Personaje del Mes

Han pasado más de tres vueltas completas del sol desde que las palabras quedaron en silencio en este rincón de Arda. Como tantas veces ocurre con los caminantes de los bosques de Taur-Im-Duinath, el sendero me llevó lejos, y durante largo tiempo estuve en los márgenes del relato, escuchando más que diciendo, observando más que escribiendo.

Pero las historias, como los ríos de Ossiriand, no dejan de fluir. A veces se ocultan bajo la tierra, otras rugen en los desfiladeros. Y ahora, al fin, he vuelto a sentarme bajo las estrellas, para seguir contando.

Y qué mejor forma de reanudar este viaje que regresando al principio de todo. Al primero, al Único.

Este mes no hablaremos de un guerrero, ni de una dama élfica, ni de un traidor o un héroe. Hablaremos de aquel del que provienen todas las canciones:


"Entonces Ilúvatar se puso de pie y los Ainur vieron que sonreía; y levantó la mano izquierda y un nuevo tema nació en medio de la tormenta."
-Ainulindalë. El Silmarillion.

El canto del Único
En el principio no existía el tiempo. Ni piedra, ni viento, ni palabra. Sólo Él, el que los Elfos llaman Erü Ilúvatar, el Único, el Padre de todo. Su existencia era infinita y sin límites, y en la vasta quietud del Ser, concibió el pensamiento.

De su pensamiento surgieron los Ainur, los Sagrados, los primeros hijos de su mente. A ellos les enseñó la Música, y con ella comenzó la primera gran historia: Ainulindalë, la Canción de los Ainur. Con acordes puros, los Ainur cantaron lo nunca había sido, y en su canto nació la visión del mundo.

Pero entre ellos, uno deseó más: Melkor, el más poderoso, quien anheló crear por sí mismo. Introdujo disonancia, caos y deseo en la Música. Y aunque, su interferencia parecía oscurecer la armonía, Ilúvatar no lo detuvo. En lugar de eso, tejió nuevas melodías sobre las rupturas de Melkor, transformando el conflicto en una belleza más profunda.

-Y tú verás que ningún tema puede ser tocado que no tenga su origen último en mí. Y aquel que intente contrariarme, no habrá sino servirme, al final, en la gloria de mi obra. Habló.

Entonces Ilúvatar mostró a los Ainur la visión del mundo completo, con montañas, ríos, estrellas, criaturas y pueblos aún por despertar. Y dijo:

-¡Eä! ¡Sea!

Y Eä, el mundo que es, se volvió realidad.

El silencio que todo lo contiene
Algunos de los Ainur descendieron al mundo, tomaron forma, y se convirtieron en los Valar y los Maiar, los guardianes y moldeadores de Arda. Pero Ilúvatar no descendió.
Él permanece más allá de los Círculos del mundo, fuera del tiempo, aunque todo lo que existe lo hace por su pensamiento.
Fue Erü quien, sin mediación alguna, creó a los Elfos y a los Hombres. A los primeros les concedió grandes dones como la inmortalidad del mundo; a los segundos, el Don de la muerte, un viaje más allá Eä, hacia un destino que ni siquiera los Valar comprenden.

Aunque rara vez intervino, su voluntad se percibe en los grandes giros del destino: Cuando Aulë creó a los Enanos en secreto, Erü les otorgó el ser.
Cuando Númenor cayó por su orgullo, fue Erü quien curvó el mundo, separando Aman del alcance de los mortales.
Y cuando todo parezca perdido, se dice que en la Última batalla, Erü llamará a los Hijos del mundo, para cantar una nueva música. Una sinfonía final, donde incluso las disonancias habrán sido redimidas.

La Segunda canción
Un regreso silencioso
Hablar de Ilúvatar no es hablar de un Dios distante, sino del eco que resuena en cada verso, en cada decisión, en cada estrella que cae. Su presencia no es la del trono ni la espada, sino la del silencio tras la tormenta, la chispa detrás del pensamiento, el pulso eterno que da vida a Arda.

Y así, con esta entrada, este blog despierta de su largo sueño.
Como los Elfos al borde de Cuiviénen, volvemos a mirar el cielo con asombro.
Y como cada mes en otras eras, volveremos a caminar juntos por los senderos de Beleriand.
Gracias por estar aquí, lector de antaño o recién llegado.
Nos vemos en la próxima historia.

  • Raza: Ninguna.
  • Pueblo: Ninguno.
  • Linaje: Ninguno.
  • Títulos: El Único.
  • Nacimiento y orígen: Imperecedero.
  • Padres: No aplica.
  • Hijos: No aplica. Aunque los Ainur, los Eldar y los Hombres sí llevan ese título.
  • Residencias: Círculos del mundo.
  • Objetos: Ninguno
"

Valariandë

-¿Satisfechos? - dijo Andreth. -Ningún corazón de Hombre está satisfecho. El tránsito y la muerte le es siempre penoso; pero un declive más lento proporciona cierto consuelo, y retira ligeramente la sombra.

-Andreth -De la muerte y los hijos de Erü

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