"Desde Nogrod y Belegost, los Naugrim llegaron a Beleriand; y los Elfos se llenaron de asombro, porque se creían las únicas criaturas vivientes de la Tierra Media".
-El Silmarillion.
Hijo de un fiel servidor de la Casa de Dúrin y ferviente defensor de la resistencia contra la oscuridad, su padre era un gran guerrero y líder entre las tropas asentadas al norte de las Montañas Azules.
Desde pequeño, Belfogart se crió y destacó en las artes de la guerra y el combate, así como la estrategia y el manejo de tropas. Se pensaba que sólo existía un sólo destino para el llamado “Mano de hierro”, seudónimo que se ganó en su primera y última batalla.
Sus descansos se llenaban de sueños de gloria y leyenda, en donde se veía dirigiendo las tropas victoriosas sobre la sombra que yergue en el norte, alzando su preciada hacha, heredad de su Casa, y que ha pasado de generación en generación, gritando a todo pulmón las instrucciones de guerra.
Cuando ya tuvo la edad suficiente para convertirse en guerrero y ser admitido entre las filas, su padre lo encaminó a una batalla real contra las fuerzas oscuras. Larga fue la espera y agotador el viaje entre las montañas para llegar a una extensa llanura, cuyo suelo, lleno de cenizas y pastizales quemados, denotaba una vista tétrica y desalentadora.
Pero esto no amainó el espíritu de Belfogart, quien situado a la derecha de su padre, no dudó un segundo en correr hacia la vanguardia, y atacar cuerpo a cuerpo a aquellas criaturas de la noche.
Grandes florituras y poderosos golpes tenía su mano, y muchos se sintieron orgullosos y beneficiados de tan poderoso líder.
Pero… una puñalada a la espalda de su padre acabó con todos sus sueños. Sus objetivos y deseos se revolcaban por los suelos, y eran pisoteados por las botas de hierro. Sintiéndose no ser digno de tal renombre. Lleno de ira, rabia y tristeza, reventó el rostro del asesino de su padre de tan sólo un golpe con la mano… Desde ahí en adelante fue conocido como Belfogart, el de la “mano de hierro”. Sin embargo, nunca pudo recuperar el cuerpo de su padre.
Así decidió no volver a casa, y seguir su camino hacia donde el destino le llevase, con tan sólo una idea en la cabeza: recuperar ese orgullo de ser digno guerrero y recuperar su honor.
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