Así se ha sentido como el invierno llega más rápido, y las noches son cada vez más oscuras.
Ard-Galen rebosa de un silencio sepulcral, mientras las hogueras de los guardianes arden débilmente; sólo unos cuantos velan en los campamentos, y los jinetes de Hithlum ya no alzan sus flamantes estandartes.
El miedo entre quienes se alternan la guardia se puede sentir a la distancia, y constantemente se escucha hablar del resurgir de la Sombra, junto a criaturas jamás vistas, y que infundirán el terror tan sólo con su presencia.
Temblores y humos han comenzado a manar desde las altas cumbres de Thangorodrim hace menos de cinco años, y los hedores de las forjas oscuras se vuelven a sentir a kilómetros.
Se sienten los duros cambios, y se nota que aún falta mucho para estar preparado. Los guardianes están intranquilos, no han podido cerrar los ojos, y constantemente deben estar mirando a través de la niebla, pues aún las sombras acechan allá afuera.
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