"Luego Oromë los llevó de vuelta a Cuiviénen y ellos hablaron al pueblo y aconsejaron escuchar el llamado de los Valar y trasladarse al oeste. Sucedió entonces la primera división de los Elfos".
-De la llegada de los Elfos y el cautiverio de Melkor. El Silmarillion.
Tras su nacimiento, los Elfos vivieron en paz bajo la luz de las estrellas. Dichosos caminaban por donde querían y cantaban sin reparo. A algunos les gustaba pasar mucho tiempo a las orillas del agua, otros se regocijaban en la creación de artefactos.
Así se fue dando la
primera comunidad de Elfos en Arda.
Fue entonces cuando
Melkor los descubrió. Y los Elfos, desconocedores de cualquier maldad e
inconscientes en su ingenuidad, pronto descubrieron con desconcierto de que
esto no era nada bueno; pues, si alguno se alejaba en demasía, un jinete oscuro se los llevaba a un lugar remoto y
desconocido para no ser visto nunca más.
Se narra entre los
Elfos que quienes fueron capturados por este jinete, fueron corrompidos en
cuerpo y alma en la fortaleza de Utumno, y de esa corrupción surgieron los
primeros Orcos.
Entre temor y
temor, tanto en Cuiviénen como en las Tierras Imperecederas, se alzó uno que
gustaba de vagar y cazar a lo largo y ancho de toda Arda.
Así fue como Oromë,
el cazador, los halló en una de sus cabalgatas por Tierra Media. Y, reconociéndolos
como los anunciados Primeros nacidos, trató de acercarse con cautela hacia
ellos.
El jinete oscuro de Cuiviénen |
Muchas veces lo
intentó, pero los Elfos tenían miedo, pues desconfiaban del Jinete, pensando
que no era otro que el Jinete oscuro que tanto daño les había hecho.
Lentamente logró
superar el miedo de éstos, y durante un tiempo permaneció entre ellos como uno
más, antes de regresar a Valinor.
Mucho aprendieron
los Elfos de las artes de la naturaleza mientras Oromë habitaba con ellos.
Cuando por fin
regresó a Valinor, Oromë le habló a los Valar de su encuentro con los Primeros
nacidos, y de cómo Melkor les cazaba en las espesuras de los bosques; entonces,
Manwë decretó que las fuerzas de Valinor saldrían a buscar al Vala renegado, y lo
devolverían a Valinor cargado de cadenas.
Lejos en el norte los Elfos escucharon estruendos y vieron como los cielos se iluminaron con fulgores resplandecientes. Gritos y llantos se sentían, mientras la tierra temblaba como nunca lo había hecho. Durante un buen tiempo se extendió al norte de Cuiviénen, lo que sería conocido como el “Sitio de Utumno”.
Angband,
el puesto avanzado comandado por Sauron había sido destruido; y tras ello la fortaleza de Melkor, fue sitiada y asediada hasta que sus puertas se
rompieron en mil pedazos; muchos espíritus renegados murieron en esta batalla,
y Melkor fue enfrentado por Tulkas, quien luego de luchar y reir en su propia cara, le encadenó con Angainor, la obra
maestra de Aulë.
Encadenado y
vendado de los ojos, Melkor, fue conducido a Valinor. Allí fue juzgado y condenado
a permanecer en los inexpugnables Salones de Mandos.
El mundo se quebró de tal manera, que su disposición fue distinta desde hoy en adelante.
Con la victoria de
los Poderes de Oesternesse sobre la Sombra, éstos hicieron llegar una
invitación a los Elfos para que marchasen a las Tierras Imperecederas. Pero
muchos habían sentido el dolor que les produjo Melkor, y veían en los Valar el
mismo terrible poder, por lo que por miedo la rechazaron pensando que podía ser
para peor.
De entre ellos,
tres se alzaron valientemente y superando su temor se convirtieron en emisarios
del pueblo. Fueron Ingwë, de los Minyar; Finwë de los Tatyar; y Elwë, de los
Nelyar. Ellos anunciaron a sus compañeros que partirían a la tierra de los
Valar y regresarían con testimonios del lugar.
No fueron pocos los
que pensaron que no volverían, y que lo que hacían era una locura, por ello,
cuando los tres hubieron regresado trayendo buenas nuevas de abundancia, se
produjo una gran división de opiniones.
Esta fue la gran
primera separación de los Elfos. Ya que todos los Minyar, siguiendo a Ingwë,
marcharon hacia el Oeste. Ellos serían conocidos más adelante como los Vanyar,
“los Claros”, en referencia a lo blanco de su piel y lo dorado de sus cabellos.
La mitad del grupo
de los Tatyar siguieron a Finwë, y más adelante fueron conocidos como los
Noldor, “los Profundos” en virtud de su sabiduría.
Por último, buena
parte de los Nelyar decidieron marchar y seguir a Elwë en aquella marcha.
Serían conocidos como los Lindar, “los Cantantes”, por su amor por la música y
su excelencia en el canto.
Estas tres nuevas
Casas nombraron reyes a sus emisarios, y de esta manera, Ingwë, Finwë y Elwë se
convirtieron en los primeros gobernantes de los Eldar, “El pueblo de las
estrellas”, aquellos de entre los Elfos que aceptaron la
llamada de los Valar.
El resto de los que se quedaron y que no aceptaron
el llamado serían conocidos como los Avari, “los Renuentes”.
Estos Elfos eran
pocos, pues muchos de sus hermanos sí aceptaron la llamada; y
eran Tatyar y Nelyar. Sus líderes fueron Nurwë y Morwë, pero muy poco se sabe
de su historia tras la separación.
Alejados de la luz de Valinor, se convirtieron en
Elfos errantes de los bosques de Tierra Media, y se dispersaron en ella a
través de seis clanes de los que poco sabemos más que los nombres. En su lengua
serían conocidos como los Kindi, los Cuind, los Hwenti, los Widan, los Kinn-Lai
y los Penni.
No hay comentarios:
Publicar un comentario