Cuentos de Beleriand: La batalla gloriosa

"Por largo tiempo, después de la Dagor Aglareb, ninguno de los siervos de Morgoth se aventuró fuera de los portales, pues temían a los señores de los Noldor"
-Del retorno de los Noldor. El Silmarillion.

Tras la "Batalla bajo las estrellas", los Elfos de Beleriand desperdiciaron muchas oportunidades de destruir a las fuerzas de Morgoth; en su lugar se mantuvieron ocupados construyendo numerosos puertos y ciudadelas, unos sólo por el afán de vivir allí, otros por recomendación de los Valar a través de sueños y premoniciones.

Por una parte, Finrod Felagund construyó las mansiones de Nargothrond a orillas del río Sirion, y Turgon, guiado por los deseos de Ulmo, encontró el valle escondido de Tumladen, en donde junto a su pueblo alzarían la magnánima ciudad de Gondolin, la cuál es prácticamente imposible de encontrar si no se conoce el camino.

El aire se tornó tan claro y respirable que incluso se pensó que el Señor oscuro podría haber abandonado la Tierra Media, o que estuviese en un letargo auto-impuesto del que difícilmente saldría. Sin embargo, el Morgoth elucubraba sus venganzas en secreto, y odio tras odio observaba analizando el momento oportuno para un ataque sorpresa.

Así, cuando habían pasado 60 años desde el alzamiento del primer sol en oriente, Morgoth decidió poner a prueba las fortalezas de los Elfos. Desde las negras montañas de Angband hasta los diversos campamentos a lo largo de Ard-Galen, comenzó a avanzar rápidamente el ejército de orcos, destruyendo todo lo que se le cruzara por delante.

La orden era destruir los bastiones de los Elfos, por lo que los ejércitos de Angband se dividieron en tres legiones.
La primera se lanzó hacia el oeste, a través del Paso del Sirion. La segunda legión, se dirigió hacia el este, y trató de avanzar por el paso que existía entre la colina de Himring y las Montañas azules, lugar custodiado por los hijos de Fëanor y que era conocido como la Hondonada de Maglor.
En lo que derivó en diversas guerras de guerrillas, ambas legiones se diseminaron a los largo de Beleriand oriental y occidental, y lograron llegar muy adentro del territorio, topándose con distintas resistencias por parte de los Elfos. Masacraban y destruían todo a su paso, y pocas aldeas libres resistieron el embiste de los crueles orcos.
Algunos Elfos de Hithlum bajaron desde las Ered Wethrin atacando a la hueste enemiga desde las montañas. Mientras que Círdan apoyado por arqueros de Nargothrond hicieron mella, y pudieron parar en seco a los invasores.
Por el lado occidental, muchos Noldor tanto del pueblo de Caranthir como de Maedhros, lograron atacar de frente a la hueste, mientras que los elfos venidos de Ossiriand, atacaban la retaguardia y a aquellos orcos que sobrevivían a las espadas de los Noldor.

Dagor Aglareb - Karen Wynn Fonstad

Por su parte, la hueste principal tenía como objetivo el centro de Beleriand. Por lo que de manera furiosa se lanzó a través de las tierras de Dorthonion.
Las altas montañas que eran dominadas por Angrod y Aegnor, hijos de Finarfin, debieron aguantar todo el peso del principal ataque; y cuando Fingolfin por un lado, y Maedhros por el otro atacaron en conjunto los flancos, los orcos quedaron atrapados en lo que sería una cuña de lanzas y arcos elficos a los que no se pudieron resistir.
Huyeron despavoridos al norte, y por detrás, los elfos les perseguían con la fiereza de saberse victoriosos.
Tan al norte les siguieron que llegaron a las mismas puertas de Angband, en donde masacraron de forma absoluta a cada uno de ellos y ante los ojos de Morgoth.

Terminó así, una de las batallas más fugaces de los primeros tiempos; una gran y rápida victoria en donde ninguno de los grandes líderes cayó en el campo de batalla, y las perdidas que se lloraron fueron tan pocas, que se consideró una victoria absoluta. Se dice que por cada Elfo caído, cayeron veinte orcos.
Sin embargo, con esta guerra, los Noldor se dieron cuenta que no podrían vivir tranquilos mientras el mal estuviera en el norte; el constante peligro que sobre ellos se cernía, les obligó a estrechar alianzas y llegaron a la decisión de mantener un sitio en las mismas puertas de la fortaleza de Morgoth; sitio que duró casi cuatrocientos años y donde muy pocos incidentes interrumpieron aquel período de paz. Solo a través de la constancia y la vigilancia, los pueblos de Beleriand, pudieron realzarse en fuerzas, restaurar lo perdido y poder respirar tranquilos... al menos por un tiempo.

Dagor Aglareb - Luis F. Bejarano
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Valariandë

-¿Satisfechos? - dijo Andreth. -Ningún corazón de Hombre está satisfecho. El tránsito y la muerte le es siempre penoso; pero un declive más lento proporciona cierto consuelo, y retira ligeramente la sombra.

-Andreth -De la muerte y los hijos de Erü

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